Por
mucho que el establishment político-económico se empeñe en ocultarlo, a la
mayor parte de los españoles ya no se nos escapa la insostenible situación, a
raíz del asunto Bárcenas, del partido que ostenta el gobierno con mayoría
absoluta.
Utilizando
el rodillo parlamentario logrado en las urnas en 2011 (con apenas un 30% de los
ciudadanos con derecho a voto, merece
la pena recordarlo), el Partido Popular consigue una y otra vez que el
presidente Mariano Rajoy no dé explicaciones de cómo se financiaron ilegalmente
durante más de veinte años).
Da
igual que todo el país hable de ello. Da igual que toda Europa hable de ello.
Da igual que todo el mundo hable de ello. El Partido Popular se niega en
redondo, y obstaculiza cualquier intento de transparencia al respecto. Irene
Lozano lo cuenta con crudeza en su artículo “La
servidumbre voluntaria del PP”.
Estamos
ante un nuevo intento desesperado de huir hacia delante de la corrupción que
carcome al PP: si todo fuera mentira, si Bárcenas fuera el despreciable
mentiroso que ahora se empeñan en dibujar en Génova 13, qué fácil sería para el
presidente del gobierno limpiar la imagen de su partido. Pero no, Mariano sigue
sin contestar a la segunda pregunta.