Hace unas semanas contactó conmigo @cpastorg, periodista que trabaja en @laSextaColumna. Me contó que
estaban preparando un reportaje sobre el mercado laboral, en el que habría una
parte dedicada a los funcionarios. Me dijo que, documentándose, había
encontrado por casualidad mi intervención
en la Asamblea de FEDECA del verano pasado, y que estaría interesado en
entrevistarme para el reportaje, puesto que le parecía un punto de vista
interesante.
La primera respuesta que me vino a la cabeza
es decir que no. No tengo ninguna experiencia en tratar con los medios de
comunicación (de cuya independencia, con honrosas excepciones, tengo una pobre
impresión), y creo que en muchas ocasiones éstos tergiversan la realidad; por
lo que pensé que hablar de un tema tan delicado, y que afecta tan directamente
a mi vida (al fin y al cabo, me gano la vida como funcionario) podría generarme
algún tipo de contrapartida desagradable.
Pero, tras el susto inicial, y tras darle
muchas vueltas a la cabeza, decidí animarme a participar. Probablemente, por pura
coherencia con cómo veo las cosas hoy por hoy: el mundo necesita un cambio, el
cambio depende de las personas, las personas tenemos que actuar.
Así que hice tres cosas:
- En primer lugar, pedirle a Carlos un guión de las preguntas que tenía pensado hacerme. Como digo, salir en televisión no es una cosa que haga todos los días, y me impone bastante respeto. Por eso quería tener claro en lo posible a lo que me iba a enfrentar, y el mensaje que quería transmitir.
- Lo siguiente fue pedir consejo a algunos compañeros de confianza. Fruto de ello, conseguí liar a @guillose (Guillermo Llopis) para que me acompañase en la entrevista, y a Carlos para que nos permitiera hacerla juntos. El debate entre los compañeros, y sobre todo la ayuda de Guillermo, lo he percibido no sólo como un importante apoyo moral, sino también como una manera de dar objetividad al mensaje, de decir algo que realmente pudiera representar lo que piensa un buen número de compañeros.
- Y lo último es dejar por aquí escrito el guión con las preguntas propuestas por La Sexta, y las respuestas fruto del debate previo entre varios compañeros, y que Guillermo y yo defendimos tan bien como supimos hace dos semanas en los jardines del Ministerio de Fomento (sin grabar la fachada del edificio como nos pidieron los guardas de seguridad, eso sí, no se vaya a enfadar @anapastorpp). Así, de alguna manera y para quien le interese, tenemos la oportunidad de que quede clara nuestra opinión, por si, por efecto de nuestros nervios o del know how televisivo, no quedara clara en la entrevista.
Igual le estamos dando demasiada importancia
a lo que ya cariñosamente llamamos Guillermo y yo “nuestro minuto de gloria”
(lo de minuto es literal, no creo que salgamos mucho más)… Pero lo cierto es
que ha sido una experiencia que uno no vive todos los días.
El programa, salvo que a algún ex-presidente
le dé por hablar, se emite este viernes 31 de mayo, a las 21:30, en @laSextaTV. (Minutos 28:00 al 39:00, concretamente del 30:10 al 35:45).
Lo
que queríamos decir
Manuel de Lucas y Guillermo Llopis son
funcionarios de carrera, pertenecen al Cuerpo de Ingenieros de Caminos del
Estado, y trabajan como jefes de servicio en la Dirección General de Carreteras
del Ministerio de Fomento.
1.
¿Consideras que los trabajadores públicos están siendo maltratados?
En un momento como el actual, con 6.200.000
parados, hay que ser muy respetuoso con las palabras, y valorar muy
positivamente la estabilidad laboral que proporciona la función pública. Lo
primero que hay que remarcar es lo mal que lo están pasando muchos ciudadanos
con la crisis, y lo poco que se está haciendo desde los gobiernos de las
distintas Administraciones (estatal, autonómica, local...) para que la
situación laboral mejore.
Dicho esto, es un hecho que en los últimos
dos años los trabajadores públicos hemos sufrido un gran número de recortes,
por los gobiernos tanto del PSOE como del PP: a los ajustes que afectan a toda
la ciudadanía (subida del IRPF, subidas sucesivas del IVA...), se añaden dos
recortes salariales (del 5% al 7% del PSOE, paga extra de Navidad del PP), la
congelación salarial 2011, 2012 y 2013, la paralización de la oferta de empleo
público y la eliminación de la tasa de reposición de efectivos, la supresión de
días de vacaciones o la importante reducción de las prestaciones de baja, en
los casos de enfermedad. Todo esto se puede monetizar aproximadamente en un
25-30% de pérdida de poder adquisitivo en ese breve plazo de tiempo… Pero, si
miramos más atrás, antes de la crisis, y comparamos la evolución del IPC con
los sueldos de los funcionarios, diríamos que el funcionario ha perdido
aproximadamente un 50% de su poder adquisitivo desde 1982.
2.
¿Se te ocurre algún ejemplo? (declaraciones de la CEOE sobre los funcionarios…)
¿Quién está detrás y por qué?
Se percibe claramente un intento de
desacreditar la labor de los funcionarios con multitud de declaraciones de
representantes. Se nos expone públicamente por medio de declaraciones a los
medios de comunicación de nuestros máximos responsables: como empleados a
quienes hay que aumentar el horario porque trabajamos poco; empleados que hay
que evaluar porque nadie nos controla; que nos dedicamos al “cafelito” porque
no nos gusta trabajar; que nos creemos que por superar una oposición tenemos un
trabajo para toda la vida... Tales afirmaciones solo pueden provenir de los que
no conocen la Función Pública, sin entender que somos servidores públicos
independientes, no servidores políticos. Lo más lamentable es que estas
expresiones y manifestaciones, han sido realizadas por los máximos responsables
políticos de la función pública.
Ejemplos:
- Joan Rosell
(Presidente CEOE): “...Sobran
funcionarios... mejor darles un subsidio y que se vayan a casa para que no
estén consumiendo papel y teléfono”. En este caso es entendible,
teniendo en cuenta los intereses que defiende la patronal.
- Antonio Beteta
(Secretario de Estado de Administraciones Públicas): “Los funcionarios tiene que olvidarse del cafelito y de leer el
periódico”. Dando a entender que los funcionarios en general aprovechan
su tiempo de trabajo para estas actividades.
- Ana Pastor (Ministra de Fomento): “...Nuestros técnicos, los ingenieros de INECO...”. Haciendo ver que los ingenieros del Ministerio de Fomento son los que trabajan en esa empresa semipública, y no los que hemos aprobado las oposiciones al Cuerpo.
Da la sensación de que el descrédito de los
funcionarios, unido a la reducción de medios humanos y materiales, sea el
camino que permita justificar la privatización de la gestión de servicios
públicos amparándose en su mal funcionamiento. Como está ocurriendo con la
sanidad en la Comunidad de Madrid.
La razón del maltrato es muy clara: los
funcionarios, como profesionales independientes, somos “la última frontera” que
ha de vencer el establishment económico para poder influir en el funcionamiento
del Estado. Digo la última, porque está claro que los grandes poderes ya
influyen en Las Cortes y en el gobierno.
Por eso:
- En vez de
recortar en todo aquello que les permite mantener su status privilegiado
(amigos y familiares colocados a dedo en empresas públicas, consejos de
administración de empresas privadas, fundaciones y asociaciones
subvencionadas, cajas de ahorro, los propios partidos políticos
subvencionados, asesores, etc…).
- En vez de
revisar de manera integral el modelo de administración (duplicidades entre
las distintas administraciones, diputaciones, cabildos, consejos
insulares, TVs, embajadas autonómicas, más de 8.000 ayuntamientos, 18
parlamentos, etc…; por supuesto con sus respectivas dietas, privilegios,
sueldos, coches oficiales, etc…).
- En vez de luchar
contra el fraude fiscal (en España a día de hoy se podrían recaudar unos
90.000 millones de euros al año en fraude fiscal; en España tenemos tres
veces menos inspectores de Hacienda que la media de los países de la OCDE
y cinco veces menos que Francia o Alemania).
- En vez de dejar de privilegiar a la banca, rescatándola con miles y miles de millones de euros, pagando las pérdidas de malos gestores que han arruinado sus bancos y cajas y se han ido de rositas con indemnizaciones millonarias…
En vez de todo eso, prefieren seguir
colocando personal de confianza, recortando, debilitando, arrebatando competencias
y desacreditando al sector público, y presentarnos como culpables de la crisis
ante el resto de la ciudadanía: porque saben que manejándonos a nosotros
también, tienen todos los cabos atados.
3.
¿Qué es más eficiente? ¿La administración pública o la empresa privada?
Es importante destacar que una Administración
Pública debe regir la mayor parte de sus actuaciones por el Derecho
Administrativo que establece unos procedimientos más largos y complejos para
reducir la discrecionalidad y eliminar la arbitrariedad en su actuación. Por
ejemplo, para reformar las oficinas de una empresa, ésta puede contratar a
quién considera que lo va a hacer mejor, a algún conocido, al más barato,…
mientras que en una Administración Pública no es posible esto, sino que se debe
seguir un procedimiento reglado de licitación, con su publicidad, intervención,
etc.
Seguir estos procedimientos administrativos
ralentiza en gran medida el trabajo de la Administración pero es una garantía
para los ciudadanos de que se respeta la legalidad.
Para huir de esta rigidez, los políticos han
creado multitud de empresas públicas, que por otro lado les han permitido una
mayor capacidad de endeudamiento, además de servir de lugar donde colocar a la
infinidad de “compromisos” que los políticos tradicionales han adquirido para
llegar donde están. Eso no sería posible en la Administración Pública, donde el
número de eventuales (puesto de confianza) aunque excesivo no deja de ser
limitado, y la puerta de colocación por medio de laborales, que se utilizó
muchísimo en los años 80 y 90, se ha restringido y regulado enormemente.
Por otro lado, se debe tener en cuenta que al
aumentar el tamaño de las empresas, éstas van estableciendo procedimiento
internos que rigidizan su actuación, acercándose al funcionamiento de una
Administración Pública. Se dice que a partir de un determinado tamaño de
empresa es mayor el trabajo que se genera a sí misma que el que hace para
otros.
En cuanto a la eficiencia, se podría decir
que hay campos en los que será más conveniente plantear la gestión pública de
un servicio, otros en los que se pueden aprovechar ciertas características de
las empresas privadas, y otros en los que el escenario óptimo será una adecuada
participación y colaboración de ambos sectores.
Pero es muy importante significar que en los
últimos tiempos se está dando por llamar Participación Público Privada en obra
pública no a estos posibles modelos de colaboración, sino a negocios que, con
la complicidad entre los políticos de los partidos mayoritarios y las grandes
empresas constructoras y concesionarias, pretenden privatizar los beneficios,
pero socializar las posibles pérdidas. Éste sería el caso, por ejemplo, de las
autopistas de peaje: las que dan beneficios, ven cómo los sucesivos gobiernos
prorrogan indefinidamente las concesiones; y las que están en quiebra, negocian
con el gobierno la manera de que todos paguemos la incompetencia de su gestión.
Otro hecho característico es que el sector
privado suele interesarse prioritariamente por privatizar sectores que dan
beneficios: p.e., los intentos con el Canal de Isabel II, los aeropuertos más
rentables, Loterías y Apuestas del Estado…
También podríamos mencionar los conocidos
casos de la sanidad (el PP aún no le ha podido demostrar a nadie las
ventajas de la sanidad privada en Madrid) o de la educación concertada (que
solamente es rentable si se mantienen las subvenciones públicas, dinero que se
está detrayendo a fin de cuentas del presupuesto para educación pública).
Hace unos meses, unos compañeros de la
Dirección General de Ferrocarriles hicieron un
ejercicio de cálculo basado en las Encomiendas de Gestión del Ministerio con
INECO, que demuestra que en la actualidad, el coste que supone para el
Ministerio de Fomento una persona externa es muy superior (más de dos veces) al
que supone un funcionario… Si bien es verdad que el sueldo del trabajador de
INECO dista de esos costes, por lo que cabría preguntarse por el destino de la
diferencia.
En las cuestiones ideológicas es difícil
ponerse de acuerdo. Pero yo diría que muchos funcionarios creemos que, cuando
el Gobierno proporciona a la Administración unos objetivos claros, y le dota de
los recursos adecuados, la Administración es más eficiente y eficaz que la
empresa privada a la hora de gestionar servicios públicos… Aunque sólo sea
porque es su razón de ser, y porque, ya desde la teoría, la empresa busca el
beneficio privado y la administración, el interés general.
4.
¿Hacen algo los funcionarios para intentar mejorar estas situaciones de
ineficiencia?
A raíz de los recortes del verano pasado,
FEDECA (Federación de Asociaciones de los cuerpos superiores de la
Administración General del Estado) creó varios grupos de trabajo con el
objetivo de transmitir a la sociedad y al Gobierno que es
posible reconducir la grave situación actual a través de actuaciones racionales.
La Asociación del Cuerpo de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos del Estado
(a la que pertenecemos) fue nombrada responsable del grupo “Medidas en materia
de infraestructuras”, y nos
pidió colaborar activamente en ese trabajo, proponiendo otra manera de
hacer las cosas, denunciando lo que considerásemos intolerable y exigiendo lo
que creyésemos justo.
Desde entonces, algunos compañeros venimos
publicando artículos donde procuramos responder a esa solicitud. Por ejemplo,
hemos denunciado:
- Las políticas
del gobierno en cuanto a la deficiente conservación de la Red de
Carreteras del Estado desde el año 2009 (aquí
o aquí).
- El trato
de favor que reciben las concesionarias de autopistas de peaje.
- Posibles
errores en los pliegos de contratación de servicios de ingeniería por
parte del ministerio.
- La falta de
criterio en la priorización de actuaciones de obra civil (aquí
o aquí).
- La errática y
demagógica política en cuanto a los límites
de velocidad en las carreteras.
- El despilfarro
en los actos de inauguración de infraestructuras puestas en servicio.
- La persistencia de gastar y seguir gastando en obras faraónicas como el túnel bajo la SE-40 en Sevilla o la autopista entre Benavente y Zamora…
El
caso de la Benavente-Zamora es quizás el que más cariño le tengo: se trata
del último tramo que queda por convertir en autopista de la N-630. Es cierto
que es el último tramo, y que muchos zamoranos están muy concienciados con que
esta obra salga adelante. Pero la realidad es que es una obra no prioritaria
(el tráfico es escaso, el trazado es bueno, y los indicadores de peligrosidad
vial no son preocupantes sino que están muy por debajo de los valores medios en
el resto de Zamora y en España).
El gobierno del PSOE, con Pepe Blanco en el
Ministerio, sacó a licitación esta obra, en forma de concesión de construcción,
conservación y explotación durante 30 años por unos 1.150 millones de euros. Se
estima que el coste de construcción y explotación sin concesionar la autopista
a la empresa privada sería de unos 300 millones de euros.
¿Dónde va la diferencia? Eso debía pensar el
Partido Popular cuando, estando el PSOE en el Gobierno, presentó una solicitud
de fiscalización del contrato al Tribunal de Cuentas, con un razonamiento
análogo. Lo que pasa es que cuando llegó al Gobierno la actual ministra de
Fomento Ana Pastor, zamorana para más señas, se le debió olvidar, ya que hace
pocos meses se ha adjudicado el contrato en cuestión.
Entre medias, hemos hecho lo que hemos
podido. Se remitió una queja al
Defensor del Pueblo, que nos contestó que eso era competencia de la
ministra. Se envió una carta
a Ana Pastor, firmada por más de cuarenta ingenieros de los servicios
centrales del Ministerio de Fomento, solicitando que reconsiderase la necesidad
de la autopista Benavente – Zamora, y que paralizase la adjudicación del
expediente para, posteriormente, anular la actuación… La ministra nunca nos
contestó, y está previsto que este verano comiencen las obras de la autopista.
5.
Denuncia de los nombramientos a dedo dentro de la Administración. Sobre todo en
puestos que podrían ser cubiertos por funcionarios competentes.
Da la sensación que mucha gente todavía no
conoce las diferencias entre los distintos tipos de empleados públicos con lo
que se mete a todos en el mismo saco. No son lo mismo los que el Estatuto del
Empleado Público denomina eventuales, más conocidos como asesores, que son
puestos de confianza de cargos políticos designados por tanto a dedo, que
laborales o que funcionarios. Los funcionarios acceden a la Administración
mediante oposiciones que deben respetar los principios de publicidad y
concurrencia, y basan su selección en el mérito y capacidad de los aspirantes.
Por otro lado, habría que diferenciar entre
puestos de libre designación entre funcionarios y los eventuales que se
seleccionan de forma digital sin tener que tener ningún requisito.
Los puestos de libre designación son los de
mayor responsabilidad y requieren, en general, una mayor dedicación y carga de
trabajo. Entre ellos se puede encontrar de todo, gente muy competente y con
gran conocimiento cuyo nombramiento responde principalmente a motivos técnicos,
que muchas veces continúan en puestos de responsabilidad tras un cambio de
color del gobierno, y funcionarios afines a un determinado partido que están en
puestos de responsabilidad durante el tiempo que dicho partido se mantiene en
el poder.
Este modelo, que podría ser bueno, se ha ido
degenerando con los años, aumentando cada vez más los puestos de funcionarios
que se ocupan por libre designación debido tanto a la proliferación de
gabinetes y órganos de todo tipo, como por el uso de este procedimiento en
puesto de cada vez menor responsabilidad.
Por otro lado, están los llamados eventuales
o asesores que son puestos de confianza del político. Muchos de estos puestos podrían
ser ocupados por altos funcionarios que tienen una formación más que
suficiente, han demostrado su valía y que además su fidelidad está en cierto
modo asegurada por el hecho de poder ser cesados inmediatamente si el político
los considera oportuno.
Muchos de nosotros estamos hartos de ver cómo
se producen nombramientos “a dedo”, por amiguismos o por afinidad política entre
los cargos directivos (de nivel de subdirector incluido para arriba, sobre todo
de asesores, y por desgracia también empiezan a aparecer de dicho nivel hacia
abajo), y de ver del mismo modo que nadie hace nada que consiga evitarlo. Es
difícil creer en una carrera profesional basada en el “Mérito y Capacidad”
cuando nuestra progresión se ve frustrada por la promoción de advenedizos y la
colocación indiscriminada de cesados de puestos de libre designación, en los
niveles más altos funcionariales.
Muy recomendable al respecto, el artículo “El
desprecio político al funcionariado” de Francisco J. Bastida, Catedrático
de Derecho Constitucional.
6. ¿Existe
el escaqueo entre el empleado público? ¿Qué porcentaje existe? ¿Crea éste mala
fama al resto de compañeros?
En lo que es el trabajo diario, en la
Dirección General de Carreteras la mayoría de la gente es competente y hace su
trabajo correctamente, aunque siempre hay gente que se escaquea. El problema
principal es que no existe ningún tipo de penalización para la gente que no
cumple, por lo que al final depende en gran medida del sentido de
responsabilidad de cada uno. Existe normativa que permite sancionar pero pocas
veces se aplica, en parte porque los dirigentes saben que su puesto es temporal
y no quieren abordar ese tipo de medidas tan impopulares.
A esto ha contribuido en gran medida la
defensa que desde los Sindicatos se hace de todo tipo de trabajadores, sin
discriminar si éstos trabajan o se escaquean, lo que al final perjudica al
resto de los trabajadores. Esto aumenta el rechazo de los responsables a
abordar cualquier tipo de sanción a los incumplidores para evitar tener que
enfrentarse a los Sindicatos.
En cuanto al tema del escaqueo, estos últimos
meses el gobierno ha vuelto a aprovechar la situación para desacreditar al
empleado público: en vez de utilizar los servicios de inspección para
investigar los posibles comportamientos fraudulentos particulares, ha preferido
emitir (y anunciar a bombo y platillo) órdenes e instrucciones públicas para la
generalidad de los trabajadores, instándonos a cumplir el horario (como si la
mayoría no lo cumpliésemos), y amenazando con descuentos en las nóminas en el
caso de no cumplirlo (como si fuésemos niños pequeños).
7.
Los expedientes a trabajadores públicos que no cumplen: ¿Ha visto alguna vez a
un compañero expedientado? ¿Tan complicado es despedir a un funcionario?
La estabilidad que ofrece el empleo público
tiene su razón de ser en la garantía de independencia de la Administración
respecto de quien gobierne en cada momento: una garantía que es clave para
asegurar el Estado de Derecho, es decir, para realizar un control previo del
sometimiento a la Ley de los dirigentes políticos en sus actuaciones. Este
control previo se completa con el control jurisdiccional ejercido por jueces y
magistrados, que por cierto también son funcionarios públicos. Por todo ello,
la Constitución establece la igualdad de acceso a la función pública, conforme
a los criterios de mérito y capacidad de los concursantes. Lo de tener una
plaza “en propiedad” responde a la idea de que al funcionario no se le puede “expropiar”
su empleo público, sino en los casos legalmente previstos y nunca por capricho
del político de turno. Para ello, la ley prevé la posibilidad de expedientar a
los funcionarios incumplidores. Aunque sé que existen, y de hecho mirando el
BOE son cada vez más frecuentes los trabajadores públicos expulsados de la función
pública, yo personalmente no he conocido ninguno.
Por suerte, cada vez es más difícil de
engañar a las personas, y esa
estrategia de dividirnos (blancos o negros, creyentes o ateos, de
izquierdas o de derechas, hombres o mujeres, autónomos o asalariados o
funcionarios…) cada vez les sirve menos. En este caso, los ciudadanos son
conscientes de que son funcionarios el profesor de sus hijos, el médico que les
cura, el juez que les juzga, el guarda forestal que cuida sus bosques, el
policía o el guardia civil que vela por su seguridad, el cartero que le trae
noticias de sus seres queridos, los ingenieros también… En fin, que no somos
tan malos.
La buena noticia es que las personas estamos
despertando, y que cuando despertamos ante la injusticia y usamos la
inteligencia colectiva, olvidamos las diferencias con las que hemos sido
artificialmente etiquetados y nos vamos solidarizando con los demás. Por eso,
muchos abrigamos la esperanza de que las buenas personas unidas podamos
terminar con la cleptocracia que nos domina.
***
PD.- Algunos datos los
hemos “cogido prestados” del Blog de Rafa
Pacheco, que estoy seguro que estará encantado de ser citado como fuente.
¡Muchas gracias, @rafapachecocom!
No he visto el programa de La Sexta porque se me ha pasado la hora. Sin embargo, el que haya quedado de una u otra manera carece de importancia. Lo importante es lo que de manera tan sobresaliente se dice en esta entrada del blog, con la que coincido plenamente. Espero que a estas ideas, expresadas con este rigor, se les dé la máxima difusión. En ese sentido haré personalmente lo que pueda.
ResponderEliminarMiguel A. del Val
Catedrático de Universidad
(funcionario de carrera con más de diez trienios de antigüedad)
Gracias, Miguel Ángel. Estoy seguro de que esto tiene arreglo. Aunque a veces parezca que no, el sistema se sustenta en las personas que se mueven. Las buenas y las malas.
EliminarUn abrazo.
Yo sí vi el programa y el enfoque inicial no hacía pensar que se pudiera incluir a la Función Pública. Es más, el extracto de la entrevista que se emitió claramente resaltaba "la inexistencia de paro entre los funcionarios de carrera" a pesar de la pérdida de "derechos". De haberlo sabido, supongo que nuestros compañeros podrían haber incidido más en el hecho de que las manzanas sanas somos la mayoría aunque estemos hartas de que las podridas sigan en el cesto y de que la burocracia para sacarlas sea más enrevesada que la ley de nuevos emprendedores. En todo caso, es una pena que el programa no indagara sobre a qué se dedican los funcionarios de carrera de la Administración del Estado que no tienen contacto diario con el ciudadano, por ejemplo, el Cuerpo al que pertenecemos Manuel, Gillermo y yo.
ResponderEliminarEsther Castillo
Ing. de Caminos, Canales y Puertos del Estado
(funcionaria de carrera con más de cuatro trienios de antigüedad)
Guillermo, que no Gillermo.
ResponderEliminarEsther Castillo.
Yo también vi el programa, y aunque se agradece la oportunidad que nos dieron a los funcionarios, efectivamente sólo sacaron una pequeña parte de lo que está aquí escrito y que a casi todos nosotros nos gustaría decir.
ResponderEliminarGracias Manuel por vuestro esfuerzo.
Elena Ruiz (funcionaria en el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente).