Resulta amargo llegar a estas fechas, mirar
por la ventana y ver un día gris, lluvioso, y a las personas caminar por sus
sendas de hormiga, atareadas, ocupadas, con las anteojeras automáticas que les encauzan
hacia adelante sin más pensamiento que el de otra vez un día más y les impiden
contemplar las flores que adornan las bermas del camino.
Resulta reconfortarte recordar lo esencial de
estas fechas: todo el amor que cabe en un pesebre.
Un niño es puro amor. Y un niño, cuando no
tiene miedo, es pura felicidad.
Que 2014 sea un buen año para ti, y… ¡Feliz
Navidad!
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