miércoles, 16 de noviembre de 2011

Greguerías sicilianas (agosto de 2007)

Como siempre que viajamos los escultóricos, hemos vivido un viaje inolvidable. El tiempo pasa, las personas cambian, pero el grupo sigue unido… Puedo decir eso de que tengo los mejores amigos del mundo, y no me ruborizo, al contrario, me hincho, me gonflo.

Cefalú. Un baño atrevido en busca del Gran Kahuna. Una calle pintoresca, que invitaba a desnudarla desde las alturas de la roca.

Agrigento. Piedras clásicas que presumen de su edad, tomando el sol, poniéndose morenas. Una ciudad medieval fantasma.

Porto Empedocle. ¿Qué decir de la cuna de Luigi Pirandello?

Campofellice de Rocella. Pueblo animado, festivo, donde encontramos a Dori, nuestra compañera de viaje, la novia de Soleciano.

Erice. Pasearla invita a soñar, y sabe a mazapán y a cannollo.

Palermo. La decadencia y la pobreza la han hecho desgraciada.

Milazzo. La puerta de las Eolias es alargada, parece un espigón horizontal.

Lipari. Un Puerto Banús interior, que vive de vender turismo en lata. Sería una buena cronoescalada para el Giro de Italia.

Panarea. Es una discoteca encima de una piedra. Sus aguas limpias te aclaran por dentro, te mecen suavemente, te marean.

Stromboli. Es el hermano pequeño del Etna que fuma a escondidas. De noche, se viste de fiesta, dicen que a veces de fuego, nosotros le vimos con lentejuelas.

Giarre. La ciudad de las patatas, del duomo escondido, y de mi pizzero favorito. ¡Bravo Massimino! ¡Bravo Vicente!.

Taormina. Es bella, lo tiene todo: calles coquetas, jardines verdes, vistas imponentes, playas cristalinas con miles de peces… Hasta un funicular.

Messina. Desde allí se ve la bota.

Etna. Inspira respeto, paz, temor, tranquilidad. Su ladera se deja caer, y con tiralíneas une el cielo con el mar suavemente, sin prisas.

Siracusa. Es más griega que romana. El imperio no pudo con ella, pues se defendió al grito de “¡¡¡A por ellos!!!”. Es de color crema, vainilla, y muy bonita.

Catania. La ciudad del elefante sonriente. No esperaba encontrar un centro tan imponente, que estaba al alcance de mi mano, desde el hotel.

Sicilia. Deja en mi retina sol, luz que me hace volver a casa con una sonrisa, y más arena en mis zapatos.

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