Como
ya comenté en “Una
opinión sobre el PITVI y los PGE2013 en carreteras”, el nuevo Plan de
Infraestructuras, Transporte y Vivienda del Ministerio de Fomento dice que defiende la
priorización de actuaciones, mediante la utilización de metodologías de ACB
(Análisis coste-beneficio). En el PITVI se puede leer:
“Los análisis
coste-beneficio serán obligatorios para la selección y priorización de todo
tipo de inversiones en carreteras”.
Al
respecto, hoy os presento el análisis de otro buen compañero, Joaquín Moraleda
Palmero, que ha estudiado, en función de las herramientas actualmente
existentes en la Dirección General de Carreteras, la rentabilidad de algunas
inversiones en carreteras.
Joaquín
es Consejero Técnico en el Gabinete Técnico de la Dirección General de
Carreteras. Además, es Doctor Ingeniero de Caminos, número uno de su promoción
en la Escuela de Caminos de la Universidad Politécnica de Madrid, y también
número uno en la promoción de Ingenieros de Caminos del Estado del año en que
yo aprobé la oposición. Desde entonces nos une una buena amistad.
Ojalá
que sus consejos de Consejero sean tenidos en cuenta por nuestros decisores
políticos. Seguramente, otro gallo cantaría. Aunque ya sabemos cuáles son los
ingenieros de la ministra…
AGUANTAR MATA
Hagamos
un pequeño ejercicio de rentabilidad económica aplicada a las carreteras:
Se
trata de una carretera convencional, la N-322, en las inmediaciones de
Albacete. Terreno llano, carretera con buen trazado, en estado correcto de
conservación y un tráfico que no demanda una ampliación de capacidad (es algo
inferior a 5.000 vehículos de diarios). Está redactado el proyecto de una
autovía, la A-32, en el tramo de 14,5 km entre Balazote y Albacete. El importe
de la inversión sin impuestos se estima en 60 millones de euros (incluyendo el
coste del proyecto, el presupuesto obra, el importe de expropiaciones, y el control
y vigilancia de la obra).
En
la N-322, en este tramo de 14,5 km donde se ubica el tramo de autovía
“Balazote- Albacete”, se produjeron entre 2007 y 2011 un total de 4 víctimas
mortales, 10 heridos graves y 47 heridos leves. Si construyéramos una autovía
la accidentalidad se reduciría
notablemente. Tomaremos como ejemplo de comparación un tramo de 29 km de
la autovía A-67, cercano a Palencia en dirección a Aguilar de Campoo, del que
disponemos de una serie de datos de accidentes en los últimos 5 años.
Consideramos que la accidentalidad de este tramo de la A-67 y de la futura A-32
será muy similar pues ambas son autovías de última generación, interurbanas,
trazadas generosamente en un terreno llano y con una demanda de tráfico similar
(en torno a 6.000 vehículos diarios). En los 29 km de la A-67 estudiados, en el
mismo periodo de 2007 a 2011 se produjeron 1 víctima mortal, 1 herido grave y
16 heridos leves (se trata de un tramo de autovía bastante seguro, con una
peligrosidad y mortalidad inferiores a los de autovías de similares
características, y donde no se han detectado TCA).
Por
lo tanto, en un periodo de 5 años, en los 14,5 km de N-322 estudiados la
construcción de la autovía supondría una reducción de 3,5 víctimas mortales,
9,5 heridos graves y 39 heridos leves. Según recientes estudios llevados a cabo
en España (Abellán Perpiñán, J.M et al.
2011. "El valor monetario de una vida estadística en España. Estimación en
el contexto de los accidentes de tráfico") la sociedad estaría
dispuesta a pagar 1.400.000 € por evitar una víctima mortal, 219.000 € por un
herido grave y 6.100 € por un herido leve. Por lo tanto, el beneficio social
derivado de la reducción de accidentes en 5 años sería aproximadamente de 7,21
millones de euros. Esto es, 1,44 millones de euros por año.
También
consideraremos el beneficio de la disminución de tiempos de recorrido por la
construcción de la autovía. Si estimamos que la velocidad de los 4.200 turismos
y los 600 camiones que diariamente pasan por este tramo pasa respectivamente de
90 a 120 km/h y de 80 a 90 km/h, obtendremos un ahorro de anual de 61.745 horas
en los turismos y de 4.380 horas en los camiones en los 14,5 km de autovía. Si
valoramos, de acuerdo con las recomendaciones de la propia Dirección General de
Carreteras del Ministerio de Fomento para este tipo de análisis, el ahorro como
el precio que está dispuesto pagar el usuario por la reducción de una hora el
tiempo de viaje (y que se estima en 18 €/h para turismos y en 30 €/h para
camiones), obtendremos un beneficio aproximado anual de 1,24 millones de euros
por la disminución de tiempos de recorrido.
Pero
no debemos olvidar que este beneficio se compensa en parte por un mayor consumo
de combustible. De acuerdo con las recomendaciones mencionadas, un turismo
consumirá 23 cc/km más de gasolina para pasar de 90 a 120 km/h. En el caso de
un camión, consumirá 46 cc/km más de gasoil para pasar de 80 a 90 km/h.
Aplicando estas cifras a 4.200 turismos y 600 camiones recorriendo los 14,5 km
con un precio de carburante sin impuestos que en la actualidad es de 0,78 €/l
para la gasolina y 0,81 €/l para el gasoil, el incremento anual de coste
asociado al incremento de consumo de combustible por la construcción de la
autovía ascenderá a 0,52 millones de euros.
Además,
también consideramos un incremento del coste de conservación (tanto ordinaria
como extraordinaria) por la construcción de la autovía que estimamos en 28.000
€/km/año, lo que implica un gasto adicional de 0,40 millones de euros anuales
en los 14,5 km de autovía.
Consideraremos
que otros costes no cambiarán sustancialmente por la construcción de la
autovía, ya que las distancias de recorrido serán similares a las actuales por
la carretera convencional: costes de amortización, conservación y neumáticos de
los vehículos.
Tampoco
consideraremos la captación de tráfico de otros itinerarios, puesto que la creo
muy leve por estas razones:
- Como premisa, se requiere la construcción completa de la A-32, no solamente este tramo aislado.
- Aún construyéndose completamente la A-32, las autovías A-7 y la A-92 seguirán siendo las rutas más rápidas para comunicar la mayor parte de Andalucía con Murcia o Alicante.
- El corredor de las autovías A-4, A-43 y A-3 pasando por Despeñaperros, Manzanares y Atalaya del Cañavate (650 km desde Sevilla a Valencia) seguirá siendo más competitivo frente a la nueva A-32 (648 km, con un tramo de carretera convencional entre Albacete y Requena) para encauzar el tráfico desde Andalucía Occidental hacia Valencia, así como otras provincias mediterráneas más al Norte.
Por
otra parte, se debería considerar que captar el tráfico de otros itinerarios
implica rebajar la rentabilidad de infraestructuras en su mayor parte ya en
servicio, donde se ha realizado una fuerte inversión en construcción y se debe
continuar invirtiendo en conservación. Además, si el tramo considerado es
utilizado por 5.000 vehículos diariamente, otros tramos de la N-322 muestran
una demanda mucho más reducida (2.000 vehículos diarios en el entorno de los
límites provinciales de Jaén y Albacete) y por lo tanto son mucho menos
rentables que el tramo analizado cercano a Albacete. En definitiva, habría que
realizar un análisis más amplio en el conjunto de la A-32, pero intuyo que no
por ello más favorable.
Teniendo
en cuenta estas cifras, estimando el tiempo de construcción de la autovía en 3
años, y tomando una tasa de actualización muy reducida, del 2 %, tardaremos aproximadamente 60 años en que
los beneficios de la construcción de la autovía (reducción de accidentes,
reducción de tiempos de recorrido) compensen
los costes (coste de construcción, incremento de coste de conservación,
incremento del gasto de combustible). Llamo la atención sobre la tasa de
actualización utilizada, muy baja y favorable en la comparación para la
autovía. Si utilizáramos una tasa del 6 %, más acorde con la situación
económica actual, simplemente veríamos que
en un periodo de vida útil de la infraestructura de 100 años no podríamos
recuperar la inversión. En definitiva, como el coste de construcción de la
nueva autovía es muy grande y se debe realizar en los primeros años, y los
beneficios que reporta no son muy elevados para la inversión requerida, aunque
prolongados en el tiempo éstos no son suficientes para recuperar la inversión
por el menor valor atribuido a los beneficios alejados en el tiempo frente a
los cercanos (coste de oportunidad).
Caso 2. El tratamiento de un Tramo
de Concentración de Accidentes
Carretera
convencional N-110. En un punto se ubica una intersección en glorieta partida,
y a pesar de la buena visibilidad existente se ha detectado un tramo de
concentración de accidentes (TCA). En el
periodo 2007 – 2011 se contaron en esta intersección 1 víctima mortal, 2
heridos graves y 11 heridos leves. Estas víctimas se han producido
exclusivamente por colisiones entre vehículos en la intersección.
Propongamos
el supuesto de transformar esta intersección en un enlace, construyendo una
estructura a distinto nivel e incorporando carriles de aceleración y
deceleración. A falta de un proyecto estimaremos el coste de esta actuación en
2 millones de euros. Supondremos también que la construcción de este enlace
eliminaría totalmente los accidentes por colisiones en este punto, lo que
creemos no estaría lejos de la realidad. Es decir, aplicando las cifras del
apartado anterior, en un periodo de 5 años obtendríamos un beneficio social de
aproximadamente de 1,9 millones de euros por reducción de las víctimas en
accidente, por lo tanto 0,381 millones de euros anuales.
Esto
significa que, estimando un plazo de construcción de 1 año, y teniendo en
cuenta una tasa de actualización del 2 %, en
un plazo de tan sólo 7 años la sociedad habría recuperado la inversión de 2
millones de euros efectuados. Si utilizamos una tasa del 6 %, como hemos
dicho más acorde con los tiempos económicos, el plazo se incrementaría tan sólo
hasta 8 años. En definitiva, una actuación muy rentable.
En
este caso se ha considerado que los costes de conservación de la
infraestructura serán muy similares con o sin enlace, y que otros beneficios y
costes asociados son despreciables (disminución de tiempos de recorrido,
aumento coste de carburantes, etc).
Conclusiones
A
mediados de los años 80 se acometió un ambicioso plan de carreteras que
contemplaba la vertebración de España con una
moderna red de autovías. El país estaba en pleno crecimiento económico y
la carencia de infraestructuras viarias modernas en gran parte del territorio
justificaba los objetivos de este plan.
Tras
dos décadas de espectacular desarrollo de la red de autovías, en los años del
“boom” inmobiliario el objetivo de dotar al país de una red de carreteras de
gran capacidad se había logrado en gran medida. Sin embargo se continuó una
política de construcción generalizada de autovías y autopistas que, aunque poco
justificada técnicamente por la escasa demanda de muchos de los itinerarios
escogidos, se financiaba gracias a la abundancia de los presupuestos públicos,
las aportaciones de fondos europeos y, en el caso de autopistas de peaje, unas
poco mesuradas inversiones privadas. Mientras tanto los responsables políticos
vendieron a la sociedad la satisfacción de unos objetivos descabellados.
En
la actualidad, en España disfrutamos de una red de autopistas y autovías que
supera a Francia, Italia o Alemania en longitud por número de habitantes, y a
las 2 primeras naciones en longitud por superficie. Por supuesto, ambos índices
son muy superiores a la media de la Unión Europea. Las arcas públicas están
vacías, pero sorprendentemente se prosigue la política de construcción de
autovías. Así, el documento inicial del PITVI, desafortunada continuación del
PEIT, sigue prometiendo una España entretejida por una espesa telaraña de
infraestructuras sin sentido técnico o económico.
Como
se ha expuesto anteriormente, y sin necesidad de ser un experto en seguridad
vial o en análisis de rentabilidad, puede comprobarse que desde el punto de
vista técnico eso de que la construcción de la autovía es “la solución” es un
mito. Hace décadas pudo ser la solución, pero hoy en muchos casos ya no lo es
porque:
- Con el presupuesto disponible en los últimos años no es posible pretender cegar a la ciudadanía con la ilusión de la futura construcción generalizada de autovías cuyo coste mínimo, en las condiciones más favorables (tramos interurbanos, terrenos llanos de escaso valor) ronda los 4 millones de euros el km y en terrenos montañosos o urbanizados se dispara a más de 10 millones. Además de que el coste de construcción de una autovía es muy elevado, el coste de conservación es superior al de la carretera convencional.
- La mayor parte de las nuevas autovías que se plantean son cada vez más innecesarias, no están justificadas por la demanda, y los posibles beneficios (reducción de accidentes, reducción de tiempos de recorrido) se diluyen frente a los costes por el escaso tráfico que las surcará.
- Existen otras ALTERNATIVAS, que son más rentables (por cada euro que se invierte la sociedad recupera antes la inversión) y más baratas (no es necesaria una inversión muy elevada, por lo que en tiempos de escasez presupuestaria es irresponsable no considerarlas). El ejemplo del TCA estudiado es más que expresivo. Con 60 millones de euros destinados a la construcción de un tramo de 15 km de autovía podría tratar 30 TCAs similares al estudiado y en tan sólo 7-8 años habría obtenido el retorno de la inversión, frente a los 60 o más años de la autovía.
En
definitiva, considero que en estos momentos los técnicos deberíamos estar
estudiando con ahínco los proyectos donde un euro, el preciado euro cuya
gestión nos encomienda la sociedad para conseguir el bien común, es más
rentable. Sin embargo, continuamos persiguiendo unos objetivos ya obsoletos,
que son contrarios al interés general de la sociedad, y que somos incapaces de
remover.
Un deseo
Estudiando
la carrera era uno de tantos estudiantes de ingeniería obsesionado con calcular
con muchos decimales los esfuerzos que soportaría la viga del problema que nos
planteaban en el aula. Uno de mis profesores, en esos momentos no supe apreciar
verdaderamente su aportación, nos decía que sin duda era una labor que debíamos
conocer y estudiar, pero que más importante que calcular la viga era
preguntarse para qué era necesaria. Es decir, que la labor primera de la
ingeniería no era la del especialista de cálculo, sino la del planificador que
establece la necesidad de una infraestructura y las condiciones para que
funcione. Sin esa labor estamos perdidos.
Necesitamos
de la planificación, de una planificación racional adaptada a las necesidades
reales de las infraestructuras, con nuevas bases (o más bien las viejas que
hemos relegado), que no continúe la inercia de unos años que no volverán. Un
plan no es una lista de infraestructuras sin sentido, sino un diagnóstico
certero de la situación, un análisis de necesidades y medios, el
establecimiento de prioridades y, por último, la concreción de destinar
determinados recursos para conseguir unos objetivos de mejora en cierto plazo.
Mientras tanto los técnicos seremos como calculistas obsesionados con que “mi
expediente” se tramite rápido, “mi proyecto” sea impecable, “mi obra” no dé
problemas, en lugar de planificadores que se preguntan ¿qué función cumple este
expediente, este proyecto, esta obra en la red de infraestructuras?
Epílogo
Fragmentos
del artículo “Aguantar mata” de Michele Boldrin, en El País de 2 de enero de 2013
“Más bien, yo creo, la
metáfora apropiada es la del grupo de alpinistas —el pueblo español— que
intentando escalar una gran y desconocida montaña —el crecimiento económico
nacional— y después de haber progresado exitosamente por un tiempo largo —que empezó
en los primeros años 1980 y acabó en 2006-2007—, descubre que ha llegado a un
punto desde el que no puede avanzar siguiendo la dirección elegida
anteriormente. Varios de ellos se caen intentándolo —empresas que cierran,
millones de parados— mientras que, al tiempo, llega una tormenta —la crisis
financiera internacional— que hace las rocas aún más resbaladizas —no hay
generación de empleo en los sectores tradicionales, en la construcción en
particular, y la financiación exterior se acaba— y que provoca peligrosas
caídas de piedras desde arriba —subida de la prima de riesgo, sequía de la
financiación internacional, huida del ahorro— creando un sentimiento general de
miedo y de ausencia de perspectivas”.
“Me dediqué al alpinismo en
mi juventud y he aprendido por experiencia personal que, en estas
circunstancias, el aguantar mata. En estas circunstancias es preciso
reflexionar sobre la situación, entender los errores cometidos, determinar una
nueva vía para subir la pared, rehacer los planes de escalada, recuperar
fuerzas y empezar a moverse, tan rápido como sea posible, en la nueva dirección”.
“Estamos aguantando mientras
la tormenta ya se acabó: esto cansa y agarrota los músculos porque consumimos
energía manteniendo la posición anterior cuando lo único que deberíamos hacer
es cambiar la dirección y la técnica de la escalada”.
Joaquín
Moraleda Palmero. Dr. Ingeniero de Caminos. Funcionario de la Dirección General
de Carreteras del Ministerio de Fomento.
Como valorar una vida humana en 1.400.000 € me parece una frivolidad, el resto del estudio no me parece válido.
ResponderEliminarSaludos
Carlos. Te entiendo perfectamente, porque es lo primero que pensé yo cuando entré por primera vez en contacto con los Estudios Informativos de carreteras allá por 2002...
ResponderEliminarAhora, si al final lo que buscamos son criterios homogéneos y coherentes, con los que responder a otros con los que nos engañan (cuando los verdaderamente utilizados son "el ministro es de este pueblo" o "esta actuación me asegura un número X de votos" o "hay que dejar contento a este poderoso, que usa muy buenos sobres"), no tenemos más remedio que llegar a convenciones que permitan incluir en el análisis los temas importantes.
Y la seguridad vial (reducir el número de muertos y accidentados por carretera), es sin duda de la mayor importancia. Por lo que habrá que incluirlo en los análisis coste-beneficio que cada vez más personas exigimos para justificar las inversiones de la administración.
... ¿Cuánto vale un muerto? Está claro que NADIE tiene la respuesta para eso. Pero echar por tierra un artículo tan valiente como el de Joaquín (en realidad bastaría decir profesional, pero es que además, y dado el país en que vivimos, es valiente) no me parece de recibo.
Un abrazo.
Gran artículo. Muy bueno el análisis pero aún mejor la reflexión. Enhorabuena Joaquín.
ResponderEliminarSi aceptamos aplicar criterios de rentabilidad estando por medio vidas humanas, como en este caso, también tendríamos que aceptarlos en otros casos, como cerrar servicios de urgencia por no haber suficientes pacientes, o dejar que los enfermos de cáncer mueran porque sus tratamientos son demasiado caros, ideas estas que están empezando a aplicarse ya en España. Cuidado con esto, que nos conduce a una tecnocracia salvaje y carente de ética, con la que al menos yo no puedo estar de acuerdo.
ResponderEliminarAbrazos
Hola Carlos,
EliminarCreo que son criterios distintos, aquí no se valora una vida, sino que se le da un valor para poder realizar un análisis económico. Igual que se hace con los aspectos subjetivos en medio ambiente, siempre nos equivocamos al valorar intangibles.
Los hospitales, colegios, universidades y demás servicios públicos, nos guste o no, tienen unos ingresos y unos gastos, no tienen por qué ser rentables desde un punto de vista empresarial, pero sí hay que evitar inversiones y gastos inadecuados porque hablamos del dinero de todos... aunque algunos piensen que no es de nadie. Yo pago mis impuestos encantado para que todos tengamos buenos servicios públicos, y estoy a favor de que se atienda a todo el que lo necesite, pero si mañana vienen 5 millones de inmigrantes sin trabajo y colapsan el sistema... nos quedamos todos sin asistencia, los números son los números.
Precisamente este artículo (muy bueno, por cierto) explica perfectamente los criterios de valoración que se suelen utilizar y que, seguro, variarán según las circunstancias.
Pienso que no es frívolo valorar una vida humana, no como vida (cuyo valor es infinito), sino como "...valor monetario...en el contexto de los accidentes de tráfico". Es, como bien dice el artículo, una estimación social.
¿Tienes seguro de vida? ¿Seguro médico? ¿Pagas la Seguridad Social?... En todos estos casos tu vida tiene un valor, y dependiendo de tu edad y de tu estado físico, tu vida, quieras o no, se traduce de alguna manera en un "valor monetario".
Un abrazo.
Estimado César, supongo que valorar una vida humana choca bastante, a mí también me pareció frívolo la primera vez que lo vi.
ResponderEliminarPero si damos un valor infinito a una vida humana no es posible hacer ninguna comparación: cualquier cantidad por infinito es infinito, y cualquier cantidad dividida entre infinito es cero. Es decir, sería equivalente un proyecto que invierte 200 millones para salvar 2 vidas que otro que invierte 20 millones para salvar 1 vida. Todo es lo mismo. En definitiva, si no doy un valor a una vida no puedo dar solución a un problema básico de gestión: si tengo unos recursos limitados, y tengo varias opciones, ¿cual es la mejor? No la mejor para mí, para el político, para el periodista, sino la mejor para la sociedad.
Le doy la vuelta a tu argumento, me importanta tanto la vida humana que he querido demostrar que es es más rentable y salva proporcionalmente más vidas humanas tratar un tramo de concentración de accidentes como el del ejemplo que construir una autovía poco justificada. Yo no creo que esto sea tecnocracia salvaje, todo lo contrario, se trata de introducir racionalidad en la toma de decisiones.
Hay muchos ámbitos en los que hay valorar cosas que en principio parecen inestimables. ¿Cuánto vale un Vermeer único? Las obras de arte viajan y hay una probablilidad, pequeña pero no inexistente, de que los aviones se estrellen y se pierdan para siempre. Y sin embargo, la obras se tasan y se aseguran, las obras viajan por el mundo y pueden llegar a más personas. Si un cuadro vale infinito, la póliza vale infinito, las obras de arte no viajan. Nos petrificamos atrincherados en el valor infinito.
Un abarzo de un tecnócrata, espero que no salvaje, orgulloso de serlo (según la RAE: Tecnócrata: Técnico o persona especializada en alguna materia de economía,administración, etc., que ejerce su cargo público con tendencia a hallar soluciones eficaces por encima de otras consideraciones ideológicas o políticas.)
Joaquín Moraleda
Joaquín: completamente de acuerdo contigo.
ResponderEliminarDecíamos Justo Borrajo y yo, en un artículo publicado en 2009:"Un cambio de paradigma en la planificación de infraestructuras", (http://www.carreteros.org/planificacion/2009/2009_1.pdf), que las situaciones de crisis nos obligan a cuestionar todos los fundamentos convencionales, no nos permiten apoyarnos en crecimientos tendenciales y nos ofrecen otra luz sobre el terreno en el que pensamos movernos. Son una oportunidad para, forzados a cambiar nuestro punto de vista, completar una visión con más relieve de los escenarios posibles y replantearnos los paradigmas.
Documentábamos la afirmación de que se había llegado a una situación en la cual si la solución a un problema podía costar 50 o 100, la solución elegida sería probablemente la de 100.
Proponíamos plantear un nuevo paradigma: acometer las obras que sean razonables. Y nos parecía razonable, ante el fracaso de la ingeniería financiera descontrolada, volver a la economía real, a que las inversiones se dediquen a crear infraestructuras que se vean, que perduren, que generen un beneficio social, y que generen empleo.
Muy bueno el artículo de Joaquín. Ése es el camino...
ResponderEliminarAl amigo Carlos César he de decirle que una vida humana NO tiene valor; lo que se utiliza en los estudios que tanto le molestan es "cuánto está dispuesta a gastarse la Sociedad con tal de ahorrar una vida". Que no es lo mismo...
Sandro Rocci
Excelente artículo Joaquin.
ResponderEliminarEvidentemente como los recursos son limitados tendremos que decidir donde gastarlos para salvar el mayor número de vidas. Para eso deberían estar los políticos, escuchando a técnicos como Joaquin..... Lástima que esto último no es muy habitual...
Alvaro Rodriguez
Buen artículo. Todos coincidimos en la mayor seguridad de las autovías, pero la situación económica puede aconsejar utilizar otros parámetros. Y muy acertado el comentario de Manu de Lucas.
ResponderEliminarPero, desde el desconocimiento, ¿No se habían detenido varias obras de autovías por falta de presupuesto? ¿Se están comenzando otras nuevas? :-o
¡Muchas gracias!
EliminarLas respuestas a tus preguntas son "Sí" y "Sí". Por ejemplo, una nueva, mi ya querida Benavente-Zamora:
http://sigoteniendosuenos.blogspot.com.es/2012/01/benavente-zamora-una-autovia.html
Fantástico. Muchísimas gracias Manuel por compartirlo.
ResponderEliminar@ademarcisnegro
¡Gracias, cisne!
EliminarCOMO DESARROLLAR INTELIGENCIA ESPIRITUAL
ResponderEliminarEN LA CONDUCCION DIARIA
Cada señalización luminosa es un acto de conciencia.
Ejemplo:
Ceder el paso a un peatón.
Ceder el paso a un vehículo en su incorporación.
Poner un intermitente.
Cada vez que cedes el paso a un peatón
o persona en la conducción estas haciendo un acto de conciencia.
Imagina los que te pierdes en cada trayecto del día.
Trabaja tu inteligencia para desarrollar conciencia.
Atentamente:
Joaquin Gorreta 55 años