lunes, 28 de noviembre de 2011

Mi 20N

Ahora que ha pasado una semana desde las elecciones generales, ya todo ha ido reposando y dejando poso. Yo voy a dejar aquí la experiencia que viví siendo apoderado de UPyD en el colegio donde, además, me tocaba votar. El colegio de mi barrio.

Lo primero que quiero recordar, para que no se me olvide nunca, es lo bien que me sentí aportando algo más que mi voto al sistema democrático. Está muy de moda esto de regenerar la democracia, pero si algo me ha enseñado el 15M es eso del “Yo lo propongo, yo me lo como”, o “De cómo saber que si quieres que algo cambie lo mejor que puedes hacer es empezar a cambiarlo tú mismo”, o “El movimiento se demuestra andando”.

Otra cosa que si no la digo reviento. Según los datos del MIR, casi diez millones de personas con derecho a voto se han quedado en casa. Casi tantos como los votantes del Partido Popular. No me quiero extender en lo que pienso de la abstención activa (la pasiva prefiero ni mencionarla, esos “no merecen ni el pan que se comen”). Solamente un par de cosas:

  1. No puedo entender eso de “no voto porque no creo en el sistema y no quiero entrar a formar parte de él”… ¿Es que no pagas impuestos? ¿Es que no participas del consumismo? ¿Es que las leyes no son también para ti? ¿Acaso eres un ermitaño que vives en una isla desierta?
  2. Para mí, un abstencionismo cuyo resultado es que las cosas sigan como están habiendo tenido tan fácil cambiarlas es cualquier cosa menos activo.

Así que ahora, abstencionistas activos, no me lloréis.

Volviendo al tema, que me disperso, que me conozco. La jornada electoral.

Pues allí llegué, al colegio del barrio, donde a lo largo del día me encontré con tantas caras conocidas, muchas de ellas sorprendidas de encontrarme “tan” implicado. De aperitivo, nada más llegar, en las mesas: una vecina de casa, como segunda vocal suplente; la madre de uno de mis mejores amigos del cole (de los pocos con los que aún hoy mantengo contacto), de vocal en otra mesa; una señora que me sonaba de las asambleas del 15M del barrio, con la que hice buenas migas, de apoderada de IU; y un conocido de la Escuela de Caminos, (con un perfil exacto al que os podríais imaginar para el puesto que desempeñaba) como apoderado del PP. Ya sabemos todos que el mundo es un pañuelo, y el barrio más.

El día fue muy largo… Os lo voy a resumir con las anécdotas que más grabadas se me quedaron, y que me han valido para esculpir un recuerdo que espero conservar.

La posición de las papeletas

Al llegar me fijé, como me habían contado en el curso de apoderados, en cómo estaban colocadas las papeletas en la mesa. Casualidades de la vida, las de PSOE y PP estaban juntitas y en ese orden, y las de IU, Equo y UPyD bastante alejadas de esa posición. Así que, ni corto ni perezoso, acerqué esos tres montones a los del bipartido. Sí, llamadme tramposo.

Me fui a dar una vuelta, hablé con unos, saludé a otros y volví a la mesa de las papeletas. Pues, como si hubiese tomado vida propia, el montoncito del PP había vuelto a moverse, y se había colocado “en la cabeza del pelotón”. Es decir, de las cinco candidaturas que yo había agrupado, el montoncito del PP se había colocado en la posición más cercana a la puerta de entrada. Como para decir al votante “Aquí estoy, cógeme”. Y en cambio, el pobre montoncito de Equo había sido separado del “grupo de cabeza”. Claro, como no había apoderado de Equo… Ahora que escribo esto me gustaría haber sacado fotos, porque entiendo vuestras caras de alucine…

En fin, que así se quedaron ordenadas el resto del día los cuatro montones más cercanos a la puerta del colegio: PP, IU, UPyD y PSOE. Yo, llamadme vago, ya no hice nada más al respecto.

Los representantes de la administración

Por culpa de mi ignorancia electoral, fue el 20N cuando me enteré de que además de presidente y vocales, interventores y apoderados, existen organizando las cosas en el colegio electoral otras personas, que son los representantes de la administración.

Pues allí había unos chavales jovencitos, muy majos, tres “de la administración” y uno “de la contrata” (Indra, empresa responsable del sistema informático utilizado en las elecciones). Dio gusto con ellos, dispuestos, colaboradores, ayudando en lo que podían a todo el mundo, y siempre con una sonrisa en la cara.

Ahora, lo que quería contar aquí es lo mismo que ellos me contaron sin rubor. Yo les pregunté por qué estaban ellos y no otros, si es que eran funcionarios, o laborales… Qué sé yo, pobre empleado público, cómo funcionan estas cosas… Su respuesta me sorprendió, por desconocida y por inverosímil: “que tú te apuntas, que lo solicitas al Ministerio de Interior, pero que si no tienes un conocido dentro no te llaman”. Como lo cuento. Ni el sistema electoral se salva del enchufismo patrio. Tócate los cojones.

Algunas anécdotas

Claro, al estar allí todo el día, siempre tienes alguna anécdota que contar. A mí me marcaron algunos votos, y algunos gestos. Cuando lo leáis, os va a parecer que tengo empeño o fijación en un partido. Pero aquí no hay trampa ni cartón. Os cuento lo que viví.

El primer “gesto” me recordó eso que dice UPyD en cuanto a que sus propuestas primero son denostadas por el bipartido, y luego incorporadas en sus programas. Es una tontería, hasta graciosa.

Yo estaba allí en la entrada del colegio, con mi boli y mi carpeta. Llegó el apoderado del PP y empezamos a hablar… Eso de tener la misma profesión (quiero decir, la misma carrera) da mucho juego. El caso es que varios votantes nos preguntaron que si teníamos un boli para votar al Senado. Yo lo tenía en la mano y se lo dejaba. Cada vez que eso pasaba, me llevaba “una miradita” de mi compañero popular… Bueno, pues al poco rato me quedé sin conversación con algún tipo de excusa, para recuperarla al minuto… Pero ya la gaviota entonces tenía un bolígrafo en cada una de sus alas. Dos por falta de uno. Desde luego que no entré a competir para dejar a la gente mi boli antes que los suyos… Yo tenía las de perder, jajajajaja.

Luego vino esa pobre mujer. Una señora, de unos setenta años. Transcribo el diálogo, tal y como lo recuerdo, aún lo veo como si me estuviera pasando ahora:

- Ella: “Hijo, ¿cómo se vota?”.
- Yo: “Señora, pues coge usted un sobre blanco, mete la papeleta blanca que más le guste, y lo lleva a las urnas”.
- Ella: “Ya… ¿Y cuál es la mejor?”.
- Yo: “Señora, eso lo tiene que decidir usted”. Estas dos líneas se repitieron varias veces más o menos idénticas. Yo con la mejor de mis sonrisas y la mayor de mis ternuras. Ella, erre que erre, me seguía pidiendo que eligiera por ella a quién votar.
- Ella: “Bueno… Pues… Cogeré estos, que es lo que he cogido siempre”. Y cogió una papeleta del PSOE.
- Yo: “Muy bien, señora, lo que usted quiera”.
- Ella: “Aunque no sé… Mira, mejor voy a coger esta otra”. Y cogió una papeleta del PP.
- Votante de IU observadora de la escena: “¡Pero señora, no vaya a cambiar a estas alturas de la vida!”.
- Ella: “Sí, mira hija, no sé. Voy a coger ésta”. Y metió la papeleta del PP en el sobre. “Hijo, ¿hay que hacer algo más?”.
- Yo: “Estooo… Sí, señora. Si quiere votar al senado, coja un papel naranja, y marque una, dos o tres cruces. Las que usted quiera, y del partido que usted quiera. Del mismo o de varios. Aquí tiene un boli”.
- Ella: “Ah. Pues muy bien. Déjamelo”. Y marcó las tres casillas del Partido Humanista, allí donde cayó el boli. “Y ahora ¿qué?”.
- Yo, alucinando: “Pues vaya allí que están las urnas, enseñe el DNI y vote”.

… A los cinco minutos salió del colegio diciéndome que se iba a buscar otro colegio, porque le habían dicho que a ella no le tocaba votar allí…

Otro voto que me encogió el corazón fue el de un matrimonio que llegó con su hijo de unos diez años, que fue el que les explicó perfectamente cómo tenían que votar, porque ellos tampoco sabían qué hacer. Votaron al PP.

Y un voto que me inspiró mucha ternura y admiración fue el de una madre que llegó con su hija de unos ocho años. En este caso fue ella la que le explicó a la niña todos los detalles de las elecciones: qué era el congreso, qué era el senado, qué significaba votar… Esta madre votó a Por un mundo + Justo.

Para terminar las anécdotas, un par de estadísticas curiosas.

  • La primera: ¡es cierto que los votantes empatizan con los apoderados! Durante el tiempo que estuve a la entrada del colegio con mi colega apoderado del PP, la gente que tenía dudas y alguna pregunta que hacer se dividió matemáticamente: votantes del PP, le preguntaron a él. El resto de votantes, me preguntaron a mí.
  • La segunda: el número de votantes del PP se incrementa exponencialmente a las horas de salida de misa de la parroquia de al lado.

… Todos estos “análisis de voto” los puedo hacer sobre la muestra formada por los votantes cuya papeleta, llamadme curioso, pude cotillear…

El voto por correo

He querido dejar esta anécdota en punto y aparte, para darle un toque de gravedad. Al analizar el voto por correo, en algunos casos hubo dudas. No me acuerdo bien cuáles eran esas dudas, porque según mi “manual de apoderado de UPyD” y según el “manual de los miembros de las mesas” eran totalmente peregrinas e infundadas.

El objeto de esas dudas, que siempre fueron planteadas por el apoderado del Partido Popular fue intentar que los votos recibidos de Correos, por algún defecto de forma que ya os digo no recuerdo, no se abrieran y fueran dados por nulos. Afortunadamente, el resto de personas presentes estuvimos de acuerdo en que los votos eran válidos y se contabilizaron.

Mi reflexión, en todo caso, fue la siguiente: “Hay un partido cuyo interés busca minimizar la participación ciudadana en las elecciones. Ese partido gobierna España”.

La fiesta

Termino con algo más alegre. Al acabar, me acerqué al hotel “Villa Real” a llevar las actas como nos habían dicho en el cursillo de apoderados, y a ver a mis “colegas” de UPyD. Allí estuve con Rosa, Carlos, Álvaro, Irene, Ramón, David, Raúl, José Angel, Victoria, Luz, José Luis, Mariano, Sergio, Pablo… Una de las cosas que me gusta de UPyD es que en una nube de nombres de personas puedes meter igual a diputados que a concejales que a gente que no tiene ningún cargo electo. Todos somos iguales, y todos tenemos una cosa en común: mucha ilusión por hacer de España un país mejor.

… En eso también se parece al Movimiento 15M...


PD.- En la fiesta eché de menos a Javi.

2 comentarios:

  1. Pero Javi siente que estuvo un poco en esa fiesta leyendo ahora tu relato, que se parece muchísimo a lo que viví yo (salvo lo del voto por correo, que en mi colegio sí había apoderado de Equo y que las cuatro personas que me preguntaron sin tener ni idea cómo se votaba no eran ancianos sino emigrantes que votaban aquí por primera vez y tenían miedo de hacerlo mal). Me habría encantado brindar contigo en el hotel, pero durante el escrutinio de los votos al Senado me dio una pájara tremenda y me puse fatal, así que me quedé sin fiesta. Pero no será la última vez que haya algo que celebrar juntos.
    Gracias por compartir con todos tu experiencia, porque me ayuda a guardar el recuerdo de la mía.

    ResponderEliminar
  2. Mil gracias, Manu, por tu relato, por la plasticidad de tus descripciones...Casi me parece haber estado yo de apoderada (...y he disfrutado, recordando cuando así fue, en Coruña)
    Un abrazo grande, y que siga la fiesta de la ilusión y del trabajo bien hecho, sea donde sea.
    Besos
    Luz

    ResponderEliminar